martes, 22 de marzo de 2011

Pequeña máquina danesa

El pasado 12 de marzo, Kashmir cerró su gira latinoamericana, presentándose por primera vez en la Argentina. DISCOS PERFECTOS estuvo en El Teatro de Colegiales y tarde pero seguro, casi un lema a esta altura, se los cuenta para que lo disfruten como si ustedes mismos hubieran sido privilegiados testigos del acontecimiento (?).
Con la melancolía que atraviesa toda la obra del conjunto danés como norte ineludible, el show fue variando entre momentos intensos, poderosos y bien guitarreros, y lapsos más sosegados. La calma antes de la tormenta, “Danger bear” abrió la velada, tocada por el cantante y guitarrista Kasper Eistrup en compañía del hombre orquesta de la banda, Henrik Lindstrand. Lindstrand toco teclados, guitarra, xilofón y theremin a lo largo del recital. Un verdadero todo terreno.
El set list que Kashmir toco en su paso por Mexico y Chile, antes de recalar en estas tierras, no sufrió alteraciones. Con un total de seis discos editados, el repertorio estuvo armado en base a los últimos tres trabajos discográficos del grupo, Zitilites; No balance y Trespassers (estos dos, los únicos publicados en la Argentina).
La cercanía entre la banda y la gente, propiciada por las dimensiones del lugar (que estuvo lejos de estar repleto), le dio a la noche una sensación de intimidad, de conexión entre las partes involucradas, que fue creciendo a medida que fue avanzando la noche.
Con “Melpomene”, cuarto tema de la lista, Kashmir termino de meterse al público en el bolsillo. El heroico estribillo de esa canción fue el combustible ideal para que la gente se involucrara definitivamente con lo que pasaba sobre el escenario. La balanza se inclino para el lado de la banda. Tanto que para el final de “Surfing the warm industry”, fueron bendecidos con el “ole, ole, ole, ole, Kashmir, Kashmir”. Símbolo inequívoco de aprobación y aceptación a este lado del Atlántico.
Esquivando cualquier tipo de demagogia, Eistrup, sólo se dirigió al público hablando en inglés, con algún aislado agradecimiento en español. Hasta se permitió una referencia jocosa respecto al calor y la humedad de Buenos Aires y el efecto que estas tenían sobre los miembros de la banda, acostumbrados al inclemente frío escandinavo.
“She’s made of chalk” y “Rocket brothers”, fueron el climax y el eléctrico cierre del show. Eistrup salto a las tablas con su guitarra y una armónica, por lo que se gano un grito de “grande León” desde el público, para hacer la hermosa “The aftermath”, el primer bis. Siguió “Still boy” y el gran final con “The Cynic”, gema oscura y poderosa que en su versión de estudio conto con la participación de, todos de pie, David Bowie.
Fue una despedida incendiaria para un intenso show de aproximadamente una hora y media, en el que los daneses demostraron ser mucho más que la versión danesa de Radiohead. El cuarteto plasmo en vivo la sensibilidad y la fuerza de sus trabajos de estudio, atrapo al público con su propuesta y se fue, prometiendo volver.
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