
Resulta que hace unos cuantos años, Paul se junto con unos amigos para armar una banda y ver qué onda. Al parecer, los pibes eran buenos, pero buenos en serio, eh?. Tan buenos eran que, ayudados por un hábil manager, y un talentoso productor (que les dijo “este baterista no, ponelo al narigón”), no tardaron en conquistar su ciudad natal, Liverpool, y su país, Inglaterra. De ahí a conquistar el mundo, fue sólo un paso.
Paul, John, George y Ringo generaron una revolución. Cambiaron la forma de hacer música, inventaron el disco como concepto artístico, y además afectaron a la industria musical, a la moda, las costumbres de su época. Todo cambio al ritmo de sus canciones. Con el éxito, llego la fama, el dinero, las mujeres, las novias japonesas, manzana, maharishis y vaya uno a saber cuántas cosas más.
Bien sabido es que nada dura para siempre, y esta historia no fue la excepción. Un buen día los fabulosos cuatro decidieron que era el momento del final. El The End para el cuento. El tiempo y los egos, habían desgastado las relaciones, sobre todo la del tándem Paul-John, hasta un punto de no retorno. Acordaron, que no darían a conocer la decisión.
En una demostración de absoluta falta de códigos, el bueno de Paul paso por alto este último detalle y salió a contarle al mundo que él había dejado a los Beatles (así se llamaba la banda). Esto no le gusto nada a John que unos años después le dedicaría una canción donde, sin nombrarlo, habla pestes de su antiguo compañero. Con ustedes “How dow you sleep”. Sos un careta Paul… y la tenes adentro.